DICCIONARI D'AUTORS I OBRES DE RELIGIOSOS CARMELITES DESCALÇOS A LA PROVÍNCIA DE SANT JOSEP DE CATALUNYA I TERRES DE PARLA CATALANA (1586-1835)

 

Maria Anna de la Concepció, Alemany Fontanella (1649-1714)

Maria Anna va néixer el 1649. Era filla del matrimoni format per Carles d’Alemany de Bellpuig, òlim Ros (1626-1652), i Maria Àngela Fontanella i Safont (m. 1695), la filla del president del Consell Sobirà del Rosselló Josep Fontanella i Gavarrer. Els seus pares es van casar el 1645 i van tenir altres fills més: Carles (m. 1721) i Josep.

Prof.: 17.4.1666.

Va morir a Barcelona el 9.12.1714.

 

OBRA

1. Relació sobre Anna Maria de Sant Josep, Berguedà Osona (1616-1670) i Antoni de Sant Maties, Carbó (1595-1668).

1 f. Anna Maria de Sant Josep era mestra de novícies quan Maria Anna va prendre l’hàbit. El text esmenta converses amb Dionís de la Creu, Novell (1592-1670). Relata aspectes de la conversió de la seva mestra: desitjant els seus familiars que es casés, la jove va decidir desenganyar-los d’una vegada assistint a les noces d’una parenta seva, abillada amb un hàbit molt bast i amb els cabells tallats a la garseta. La seva mare i la germana es feren també religioses del convent de carmelites descalces de Vic, però ella no s’hi va voler afegir per tal com la fundació de Vic no depenia de l’orde dels carmelites descalços, sinó que estava subjecte al bisbe de Vic. També es donen algunes informacions sobre la vida del religiós Antoni de Sant Maties, de la mortificació dels sentits que practicava, i com les monges revoltoses volien fer-li aixecar la mirada.

La nota necrològica aporta interessants informacions sobre la família Alemany-Fontanella:

“De los divertimientos del mundo llamó Dios a los desengaños de la Religión a doña María Anna Alemany de Bellpuig, siendo su vocación tan temprana que se le escapó al mundo quando pensava tenerla más segura, pero aquí resplandeció más la Piedad divina, retirándola al sagrado, antes que la malicia la pervirtiera. Fue hija llegítima y natural de Don Carlos Alemany de Bellpuig, una de las casas más nobles y antigues de las que reconose este Principado. Fue el hijo nono en su casa, pero por muerte de los ocho vino a quedar heredero, pero encontró la herencia tan confusa, por la multitud de testamentos, que bien entendió ser verdad el dicho que de la confusión es madre la multitud, y para burlarla determinó casar con la hija de algún ministro del Real Consejo. Vivía apesarado por ver le pleiteavan lo suio y no menos para divertirse que para ver de qué era heredero, quiso dar una buelta a sus estados, y llegó a los que tenía en Perpiñán, donde era presidente del Consejo de aquella villa el docto Fontanella, que, teniendo tres hijas, era la mayor adornada de las Prendas que hasen cabal a una señora, pero fue menester, para rendir a don Carlos, a la que miró epilogado en doña María Ángela (que así se llamava), quanto podía apetecer su deseo, parecióle que como la lograsse por esposa tendría cabal alivio. Divulgó su pacto y logró lo que deseava, pues Fontanella, como tan docto, entendió que casando a su hija con don Carlos, en un hierno lo lograva todo. En breve lograron el fruto del matrimonio y, restituhidos a Barcelona, dio de segundo parto doña María Ángela a nuestra hermana, que en la pila llamaron María Anna. A pocos años quedó la madre viuda con tres hijos y la hija, pero tan resignada a la voluntat divina que, siendo muy moça, no huvo remedio de mudar estado, devía temer algun revez de fortuna, sabiendo lo que havía perdido con el primer marido.

Puso todo su cuidado en la criansa de los hijos y con espiritualidad en la hija, que por lo raro de sus prendas era de sus cariños blanco, procuró que las naturales fueran enriquesidas como las adquiridas, dando en todo el primer lugar a las virtuosas, y como doña María Anna estava assistida de un natural tan bueno le venía como natural, lo que, viendo la madre a su hija tan virtuosa, reseló que no la predominara el desengaño y no determinase el ser monja, y assí procurava divertirla tanto a lo honesto como permitía su calidad.

Dende Perpiñán huvieron noticia sus agüelos de las prendas singulares de doña María Anna, y deseando gosarlas de cerca, procuraron que con su madre passase a aquella villa. No se negó doña María Ángela a petición tan justa, porque, aunque viuda, vivía muy rendida a las insinuaciones de sus padres que, como buena hija, en todo procurava darles gusto. Llegaron a aquella villa, donde fue el agasajo correspondiente a tan noblas huéspedas. A breves días fue doña María Anna el imán de la noblesa y admiración del vulgo. Por ciertas noticies alegres se ordenaron en Perpiñán festivas demonstraciones, y como para la noblesa se dispusieron festines, a todos havía de ser doña María Anna la primera, por lo vivo de las instancias, y como eran tantas sus prendas, siempre era la primera en estos actos. Gustosa estava la madre, pensando que la hija se divertía, pero vivía ella a más no poder apeserada, porque entendía que todo aquello era vanidad del mundo y contrario a su genio.

Para descansar de tanta barahúnda, dispuso el cielo que una tía que tenía, religiosa en el illustre monasterio de San Salvador [de canongesses agustinianes] de dicha villa, la pidiesse a sus agüelos por algunos días, porque con las demás religiosas quería gosar de cerca de las prendas de su sobrina, de todos tan celebrada. Logró el intento y puesta doña María Anna entre tan religiosa compaña, entendió mejor qué era el mundo. Acudía algunas veses al coro, donde avía una imagen muy devota de la Santísima Virgen, delante de la qual, continuando sus piadosos exercicios, pedía a esta sobirana señora le diese el entender en qué estado la serviría mejor; pagada esta sobirana señora de tan fervorosas súplicas, se dignó manifestarle claramente como era voluntat de Dios que, renunciando todas aquellas vanidades del mundo, se entrase a ser religiosa carmelita descalça, y fue tan eficás en su alma esta mística impressión que no podía sosegar un punto asta ponerla en obra.

Salida del convento y restituhida a casa de sus agüelos, notaron el disgusto de doña María Anna, pero ignoravan el origen, procuravan divertirla y era mortificarla, porque la llama del desengaño que ardía en su pecho en nada le permitía hallase gusto, y en todo le descubría inconstancia. Afligiánse sus agüelos mirándola tan penada, hasíanle mil preguntes para rastrear algo de su destemple, deseosos de darle alivio y, viendo doña Anna María el desconçuelo de sus agüelos, determinó desir algo de lo que en su interior le pasava. Ese fue para dichos señores el más vivo sentimiento. Determinaron que al punto se bolviessen a Barcelona, pensando que con la compañía de sus antiguas amigas mudaría su intento. No deseava otra cosa doña María Anna, por dictarle su interior que en Barcelona hallaría alivio su pena.

Restituhidas, pues, a esta ciudad, a breves días comunicó a su confessor los intentos que tenía, y como a su entender Dios la llamava a la religión, y que si havía de executarlo havía de ser en convento donde se sirviesse con singular estrechura. No estrañó al confessor resolución tan animosa, pues sabía de mucho tiempo atrás que los divertimientos del mundo en el coraçón de doña María Anna no harían impressión. Propúsole, como discreto, los reparos que en semejantes lançes son precisos, y a todo dava salida la varonil resolución de doña María Anna. Viéndola, pues, tan determinada, se propuso este convento, de que ella no tenía noticia, pero conoció ser eco de la inspiración primera, pues era el mismo instituto, y revestida de nueva animosidad, firmó luego la determinación, y para ganar instantes la tomó de desirlo a su madre por si mesma. No se retardó mucho, porque las mosiones del Espíritu Santo ignoran detenciones. Díxole en breves palabras su intento, y como entendía de perder su salvación de practicarlo, y ya que por su madre le havía dado la temporal vida. Como a madre no le estorvase lo que le assegurava la eterna.

Sintió doña María Ángela de repente tan inpensado golpe, y más al oir la animosidad con que le habló la hija, pero reparando que su hija, tan encogida, no podía hablar de aquel modo sin superior influjo, sirviendo su coraçón de ara, sacrificó a Dios la hija. Haviendo sido el día el de 17 de abril a las 5 de la tarde, año 1665, teniendo 17 de edad […]”

La religiosa del convent de Sant Salvador al·ludida en el text és Maria Fontanella Safont, la seva tia, que va professar en aquest monestir de canongesses agustinianes i n’era priora cap al 1681. 

 

BIBLIOGRAFIA

Capdeferro i Pla, Josep. Ciència i experiència. El jurista Fontanella (1575-1649) i les seves cartes. Barcelona: Fundació Noguera, 2012, p. 364.

 

ARXIU

ACDCB, Elogis de difuntes de Barcelona. // AHPB, 706/58, testament de Maria Anna Alemany Fontanella, redactat abans de professar (15.4.1667).

[MGC]

 

 

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